jueves, 13 de enero de 2011

Vistas

Todo lo que ves son zapatos a través del vidrio de la sala de juntas. La parte media tiene un acabado esmerilado y no te permite ver nada arriba de la pantorrilla. La sala es lujosa y sobria, aunque afuera hay un marco con luces que cambian de color y se escuchan canciones en inglés como música de fondo. Ves que pasan mujeres con botas y tacones imposiblemente altos, notas que los tacones de aguja son los más usados, no entiendes su plática pero su tono es alegre y superficial; Crees que son secretarias y asistentes usando Prada, Jimmy Choo o alguna otra marca que no logras recordar, después de todo te encuentras en San Pedro, no te extraña una vista así. Cuando terminas ese pensamiento las piernas doblan la esquina y las pierdes de vista por completo.

Si hablaran, tus zapatos te dirían que se sienten fuera de lugar, no les gusta cómo los demás zapatos los miran, ellos no son de marca y francamente no entienden cómo unas secretarias que caminan la mitad del día pueden andar con modelitos tan poco prácticos y snobs, que no ayudan a sus dueñas y hasta se ensañan en hacer que se tropiecen.
No entiendes cómo adquiriste zapatos tan críticos y con un evidente complejo de superioridad. Tratas de concentrarte de nuevo en los japoneses y en sus esfuerzos fallidos por pronunciar la L, después de todo ese es tu trabajo, enseñarle al presidente de no sabes qué empresa automotriz y a sus asistentes cómo pronunciar la lengua torturada (por ellos) de Cervantes. Tus zapatos intervienen de nuevo: "¿Lengua torturada de Cervantes? - dicen - qué bueno que no te dedicaste a la escritura, no soportaría escuchar tus intentos fallidos y ver tu cara de frustración.
Ofendida, decides que esto de los zapatos teniendo conciencia no es tan conveniente como creías y tratas de alejarte de la fantasía. Los japonesitos te preguntan sobre unas conjugaciones irregulares y les enseñas el material, estos de nuevo se sumergen en las actividades que deben terminar y tú ahora intentas no ver los zapatos del otro lado del vidrio pero sigues escuchando su claqueteo en el piso de duela de la oficina. Ruidoso, muy ruidoso, ellos y su conversación no dejan concentrarte y pierdes el hilo de tus pensamientos.
Tu calzado está que echa humo por la suela, gastado y sin chiste, al ver la competencia pide un retiro bien merecido, ya ha estado demasiados años a tu servicio, te deja ver todas las raspaduras y la tierra que lo cubre y hasta alza un poco su suela para que puedas ver cómo se está despegando de esa esquina. Tú, mujer sin grandes pretensiones,
nunca sentiste la necesidad de darles un descanso, o incluso, de serles infiel comprando otro par que los sustituyera. Al menos no habías pensado en eso hasta que comenzaste a trabajar aquí. Nunca te sentiste cómoda alrededor del lujo y cada vez que entras a estas oficinas y ves a las secretarias tan bien maquilladas, peinadas y vestiditas con las últimas tendencias fashionistas, no puedes evitar comparar tu figura de mujer de clase media cansada de la misma ordinariedad.
Intentas no mirar hacia abajo pero ahí los tienes, llenos de reproches para ti, mostrándote la verdad que obstinadamente buscabas ignorar, porque era mucho más có
modo evadirse; Cambias la vista y encuentras a los otros, los que realmente pertenecen mientras tú sólo eres una visitante que está de paso y que no puede hacer otra cosa más que ver a través del vidrio cómo esos pares de piernas con sus respectivos zapatitos vienen y van y no se detienen por nada. Llegas a la conclusión que trabajar en esa burbuja de cristal por 3 horas a la semana te hace daño, mientras tú intentas ignorar las obvias comparaciones tus zapatos olvidan su papel original de soporte y se muestran al borde del colapso, derrotados por los del exterior.

Por cierto, tus zapatos han renunciado, están cansados de la humillación de saberse inferiores en cada aspecto. Ese día regresas a tu casa descalza, piensas que se siente tan bien el asfalto contra tus pies desnudos.

2 comentarios:

Owzer dijo...

Mis zapátos tambien tienen problemas existenciales que ningun zapatero esta en condiciones de solucionar... saludos vaquisha poetisa fashionista.

Trotamundos dijo...

jaja me recordó una rola de Miguel Inzunza: Zapato sin Pie http://www.youtube.com/watch?gl=MX&v=c_FHfDnoAQE