miércoles, 15 de octubre de 2008

La persistencia de la memoria

Aunque nada tenga que ver con el cuadro de Dalí no sé por qué ese título se me vino a la mente ni por qué ahora llego a entenderlo con más viveza. Hoy me enteré de que derrumbaron la casa de mis bisabuelos, sí yo sé, vendieron el terreno y no había para donde hacerse, ahora a un lado se encuentra un OXXO; y es que existían muchos secretos y memorias en ese lugar y hasta ahora el pensar que ya no están me pone algo nostálgica.

Creo que mis recuerdos más mágicos y misteriosos los pasé en esa casa, mis mejores navidades, de esas donde está toda la familia y digo TODA y juegas con tus primos y abres el montón de regalos y vas al patio para quemar luces de bengala y tu bisabuelo te regaña porque aún es fuerte y puede y porque es un gruñón. Ahí estuvieron mis tardes más entretenidas, hurgando en el patio lateral con el árbol de mandarinas, haciendo destrozos, rompiendo botellas de leche, buscando nidos de hormigas y coleccionando cochinillas, abriendo puertas prohibidas con una llave escondida, para mi regocijo, en lo más alto del descansillo de la ventana, donde te encontrabas cuadros y herramientas y cosas que los niños no deben tocar, imaginando aventuras por el pasillo y saltando bardas hacia el terreno contiguo por una pelota, yendo por la lúgubre sala y admirando el cuadro de esa señora tan arreglada de boca como un punto que en ese tiempo no reconocías porque ahora era tu bisabuela y se encontraba tendida en la cama, toda chupada, siendo guardiana espectral de su casa, desafanándote de la reunión dominical para, a hurtadillas, buscar una galleta o lo que fuera para que te endulzara el paladar, detestando el agua porque siempre estaba hervida y siempre sabía mal, maravillándote de las flores que en el jardín convivían además del pino guardián, generoso de su fruto y preguntándote siempre: ¿por qué no había plantas como esas en la casa?, cruzando la reja para salir a oír el estruendo del tren pasar y batallando siempre con esa reja porque nunca se dejaba cerrar.

Y muchos más recuerdos se agolpan ahora. No sé cuál sería mi reacción si ahora viera el edificio que sustituyó al lugar de mis recuerdos, tal vez ponerme triste, tal vez llorar un poco, porque no llegué a estar en los últimos momentos de esa casa de juegos.